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- LAS SEMILLAS DEL ÉXITO
Dios mío, te doy
gracias por este día. Sé que aún no he logrado todo lo que esperas
de mí y si esa es la razón por la cual me bañas en el fresco rocío
de otro amanecer; me siento muy agradecido.
Estoy preparado al
fin, a hacer que te sientas orgulloso de mí. Me olvidaré del día de
ayer, con todas sus pruebas y tribulaciones, con todos sus agravios
y sus frustraciones. El pasado ya es un sueño del cual no puedo
recuperar ni una sola palabra, ni borrar ningún acto imprudente.
Sin embargo, tomaré la decisión de que si en el día de ayer lastimé
a alguien a través de mi imprudencia o mi irreflexión, no
dejaré que el día de hoy el sol se ponga sin rectificarme y nada
de lo que haga en este día tendrá mayor importancia.
No me preocuparé
por el futuro. Mi éxito y mi felicidad no dependen de que me esfuerce
en adivinar lo que me acecha débilmente en el horizonte, sino en
hacer en el día de hoy lo que claramente tengo al alcance de la mano.
Atesoraré este día, puesto que es todo lo que
tengo. Sé bien que
sus horas que se deslizan apresuradamente, no pueden acumularse
ni almacenarse como un valioso grano, para su uso futuro.
En el día de hoy me
libertaré de la esclavitud del reloj y del calendario. Aún
cuando planearé este día con el objetivo de cuidar de mis pasos,
empezaré a medir mi vida en hechos, no en años; en pensamientos, no en
estaciones; en sentimientos, no en los números sobre un cuadrante.
Estaré consciente de lo poco que se necesita para hacer de éste,
un día feliz. Tendré presente que la felicidad no es una meta,
sino un producto secundario y que no hay felicidad en tener o recibir,
sino en dar.
Viviré como lo
hacen todos los buenos actores cuando están en escena, sólo el
momento. No puedo desempeñarme al máximo este día lamentando los
errores de mis actos previos, ni preocupándome por la próxima escena.
Abordaré las tareas difíciles este día, recordaré
que mientras más
ocupado esté menos probabilidades tendré de sufrir, más apetitosos
serán mis alimentos, más dulce mi sueño y más satisfecho me
sentiré con mi lugar en el mundo.
No huiré de ningún
peligro con el cual pueda tropezar en el día de hoy, porque estoy
seguro de que no me sucederá nada de lo que no esté equipado para
manejar con tu ayuda. Así como toda piedra se pule por medio de
la fricción, estoy seguro de que yo seré más valioso a través de
las adversidades de este día, y que si Tú me cierras una puerta,
siempre me abrirás otra.
Viviré este día
como el mejor. Seré un repartidor de dones y les daré a mis enemigos
el don del perdón; a mis oponentes, el de la tolerancia; a mis
amigos, el de una sonrisa; a mis hijos, el de un buen ejemplo; y
todos esos regalos irán envueltos en un amor incondicional. No
desperdiciaré ni siquiera un preciado segundo del día de hoy con
sentimientos de cólera, de odio, de celos o de egoísmo. Sé que las
semillas que siembro son las que cosecharé, porque cada acción
buena o mala, siempre va seguida de una reacción igual. En el día de
hoy sólo sembraré las buenas semillas.
Trataré el día de
hoy como si fuese un inapreciable violín. Una persona puede
sacarle notas armoniosas y otra notas discordantes. No obstante, nadie
puede culpar al instrumento. La vida es la misma y si la toco
correctamente, producirá belleza, pero si la toco con ignorancia,
producirá fealdad.
Durante este día
trabajaré con todas mis fuerzas, satisfecho por saber que la vida
no consiste en revolcarse en el pasado o en mirar ansioso hacia el
futuro. Me causa consternación contemplar el sinnúmero de
dolorosos pasos mediante los cuales uno llega a una verdad tan antigua,
tan obvia y que se expresa con tanta frecuencia.
Cualquier cosa que me ofrezca, poco o mucho, mi vida es ahora.
Trabajaré con el
conocimiento de que nunca se ha logrado nada grande sin entusiasmo.
Para hacer cualquier cosa digna de hacerse, no debo retroceder
tembloroso pensando en el frío y en el peligro, sino saltar al frente
con entusiasmo y salir adelante tan bien como me
Me condicionaré a
mí mismo para considerar todos los problemas con los cuales tropiece
en el día de hoy como si no fuesen otra cosa que un guijarro en mi
zapato. Me enfrentaré al mundo con las metas que me he fijado para
el día de hoy, pero serán metas fáciles de
alcanzar, no esa
variedad tan vaga e imposible que declararan todos aquellos que han
hecho una carrera del fracaso. Me doy cuenta de que siempre me
pones a prueba primero con un poco, para ver lo que haría con mucho.
Jamás ocultaré mis
talentos. Si guardo silencio, seré olvidado, si no avanzo,
retrocederé. Si en el día de hoy me aparto de mi desafío, mi propia
estimación quedará lastimada para siempre y si dejo de crecer, aún
cuando sea un poco, me empequeñeceré. Rechazo la posición
estacionaria porque siempre es el principio del fin.
Conservaré una
sonrisa en mi rostro y en mi corazón, incluso si algo me duele en el día
de hoy. He comprendido que el secreto de corregir la actitud
de los demás, es corregir mi propia actitud. En el día de hoy me
alejaré de cualquier tentación que pudiese obligarme a faltar
a mi palabra o a perder el respeto hacia mí mismo. Estoy seguro
de que lo único que poseo más valioso que mi propia vida, es mi
honor.
Haré una pausa
siempre que en el día de hoy sienta lástima de mí mismo y recordaré
que es el único día que tengo y que debo aprovecharlo al
máximo. Tal vez no logre reconocer lo que mi parte pueda significar en
el gran todo, pero estoy aquí para jugarla y ahora es el momento
de hacerlo.
Contaré este día
como una vida separada. Recordaré que todos aquellos que tienen
menos cosas de qué arrepentirse, son aquellos que aceptan cada
momento tal y como se presenta y por todo lo que vale. ¡Este es mi
día! Estas son mis semillas. Gracias, Dios mío, por este preciado
jardín del tiempo.
"Así que,
hermanos, mediante la sangre de Jesús, tenemos plena libertad para
entrar en el Lugar Santísimo, por el camino nuevo y vivo que Él nos ha
abierto a través de la cortina, es decir, a través de su
cuerpo; y tenemos además un gran sacerdote al frente de la familia de Dios.
Acerquémonos, pues, a Dios con corazón sincero y con la plena
seguridad que da la fe, interiormente purificados de una conciencia
culpable y exteriormente lavados con agua pura. Mantengamos firme
la esperanza que profesamos, porque fiel es el que hizo la promesa.
Preocupémonos los unos por los otros, a fin de estimularnos al
amor y a las buenas obras. No dejemos de congregarnos, como
acostumbran hacerlo algunos, sino animémonos unos a otros, y con
mayor razón ahora que vemos que aquel día se acerca"